HÉCTOR RUIZ-VELÁZQUEZ.

Blanca Méndez y Olaya Bodelón

“La arquitectura es mi pasión, donde mi pensamiento vuela constantemente en busca de nuevos horizontes”.

Héctor Ruiz-Velázquez es un creador cosmopolita que gestiona “obras sin fronteras”, como él mismo dice. Así, se mueve como pez en el agua en el mercado internacional con proyectos por todo el mundo: Londres, Milán, Las Vegas, España, Puerto Rico o Dubái, donde cuenta con oficina propia.
Recibió una sólida formación académica en universidades americanas —Virginia, Harvard o Columbia— y europeas —Politécnica de Madrid y Academia Andrea Palladio de Vicenza (Italia)—. Ha sido profesor visitante en universidades e instituciones públicas de Asia, América Latina y Europa. Además, ha impartido más de 30 conferencias en organismos nacionales e internacionales.

Capaz de generar emociones en cada uno de sus trabajos, su estudio ha logrado alcanzar el merecido reconocimiento por su habilidad para “multiplicar el espacio” en viviendas. Su desafío: “Proporcionar un espacio para las nuevas sensaciones espaciales”.

¿Cómo definiría su trayectoria profesional hasta la actualidad?

Rica, intensa, especial. Todo lo que he vivido ha sido desde la intención y la atención, y siempre me he tomado con profunda responsabilidad lo que hago. No dejo mucho al azar; investigo, contrasto, pero, sobre todo, disfruto. Mis horas delante de un plano, de un espacio, son horas vividas al máximo, porque en cada momento busco siempre la mejor opción, obtener el mayor partido espacialmente hablando. Cada caso para mí es un reto, lo tomo así y lo vivo así. Incluso cuando sé que a veces es un proceso muy potente y agotador.

¿En qué punto se encuentra?

Inmerso en muchas propuestas diferentes, con muchos clientes diferentes y en muchos países diferentes. Rompí fronteras en mi fase de estudiante y lo he repetido en mi experiencia laboral. Esto me permite gestionar obras sin fronteras, colaborar con otros y ofrecer mi concepto de creatividad. Mi carrera ha sido larga y sin interrupciones desde que llegué a España, pero no se focalizó aquí, sino que se fue expandiendo al mercado internacional.

Estar en activo de manera constante es realmente un esfuerzo no solo profesional, sino especialmente personal por mi familia. Es mi pasión, ellos lo saben, y tengo la suerte de que lo comprenden, lo que me permite seguir por el camino trazado, atento a todo el entorno que me envuelve. Esa actitud es también parte de la arquitectura.

“Rompí fronteras en mi fase de estudiante y lo he repetido en mi experiencia laboral. Esto me permite gestionar obras sin fronteras, colaborar con otros profesionales y ofrecer mi concepto de creatividad”

“La arquitectura es mi pasión, donde mi pensamiento vuela constantemente en busca de nuevos horizontes”

— Héctor Ruiz-Velázquez

Usted nació en Puerto Rico y estudió en EE.UU. ¿Cómo recaló en España?

Yo llegué a España desde mi inquietud por la historia de la arquitectura en Europa y mi primera parada fue Italia. Un arquitecto siempre tiene en su horizonte cultural los orígenes de las cosas. Peregrinar al arte del renacimiento y también al modernismo eran visitas y viajes obligados. Experimentar en primera persona los testimonios del viejo continente formó parte de mis planes durante toda mi carrera formativa en EE.UU.

ARQUITECTURAS INTERIORES.¿Cómo definiría el concepto de arquitectura unido al interiorismo?

Creo que el espacio es el nexo común de ambas disciplinas, unir o no conceptos es a veces solo un recurso válido de comunicación en nuestras profesiones. Yo soy arquitecto, pero no distingo entre contenido y continente. Ambos tienen una particularidad que necesita de gestión, orden, luz, volumen y ritmo, que es la base de la que parto. Lo hago desde el pequeño detalle hasta la definición de la gran estructura que lo contenga. Para mí es más importante buscar las sensaciones, las emociones que se forman en un determinado ángulo, que apelar a trucos o ideas estéticas cambiantes, pues estas muchas veces responden a la moda, el mercado, los productos y los productores.

¿Cómo describiría su estilo?

Me gusta reinventarme, y a estas alturas de mi profesión aún no hago balance de mi estilo, porque lo siento muy vivo y cambiante. Como escribió Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Cada reto, cada cliente, cada lugar y cada tiempo son parte de mis proyectos, así que cada uno es único. Quizás todos comparten un juego de comunicación tridimensional que siempre está presente en mis obras.

No sé estar quieto, amo la arquitectura en todas sus expresiones. Cada propuesta me supone un planteamiento nuevo y la emprendo como única y particular; así es difícil establecer un estilo, yo hablaría de vocación. Lo que sí tengo son mis signos de identidad; la funcionalidad y las personas son siempre el centro, y consigo adaptar esas exigencias a cada caso. Tal vez mi manera de entender la luz y el espacio y mi insistencia por experimentar con nuevos materiales podrían identificar mi trabajo.

¿Un referente para usted en la profesión?

Sou Fujimoto tiene un perfil muy especial que ayuda a ampliar los límites con cuestiones innovadoras que abren nuevas vías para la profesión. Destaco sus escritos sobre el futuro primitivo, en los que asegura que nuestra disciplina debe recuperar los valores fundamentales —la relación entre el cuerpo y el espacio o entre lo construido y la naturaleza—, una forma de ver y una perspectiva diferente.

Wright me gusta por su concepto de interiores interconectados entre sí que generan una sensación de amplitud y apertura. Antonio Gaudí, por su sentido innato de la geometría y el volumen, así como por su gran talento imaginativo, que le permitía proyectar mentalmente. Richard Neutra, por su constante interconexión de todos los entes; la ausencia de límites entre el ser humano, la casa y el entorno establece un dinamismo continuo como la propia naturaleza. Luis Barragán, por su arquitectura mística, hermosa, inspiracional, mágica, encantadora, serena, íntima y llena de asombros.

Podría citar muchos más: Peter Zumthor, Oscar Niemeyer, José Rafael Moneo, Jacques Herzog y Pierre de Meuron y Zaha Hadid, cuyo genio no parece tener fin.

“Yo soy arquitecto, pero no distingo entre contenido y continente. Ambos tienen una particularidad espacial que necesita de gestión, orden, luz, volumen y ritmo, que es la base sobre la que trabajo”

— Héctor Ruiz-Velázquez

¿Le fluyen las ideas de forma natural en el momento que visualiza una estancia en la que tiene que intervenir?

Me considero alguien que sabe producir muy bien los planteamientos del cliente. Los estudio y los maduro para así reconocerlos de una manera más rápida y concisa. Esto te lo da la veteranía, posiblemente a eso quería referirme con el estilo. Mis conocimientos de cómo resolver las mismas cosas se acumulan, vives la búsqueda de una solución y luego la revives, pero aportas algo más. Más que ideas fáciles, yo sé trabajar fácilmente con las mías y las de mis clientes.

Un arquitecto como usted con proyección internacional, ¿por qué ha elegido España, concretamente Madrid, como sede para su estudio?

Es un sitio único que me conecta con muchos otros que también forman parte de mí. Mi familia y yo no somos de una ciudad u otra, vivimos intensamente en un lugar y en otro. Yo soy de origen puertorriqueño-cubano, mi mujer es austríaca, mis hijos han nacido y crecido en Madrid y, además, tengo una oficina en Dubái.
Esta ciudad es un excelente hub para mi mundo profesional y personal. Es cierto que eso implica viajar mucho, pero, sobre todo, vivir el sitio donde viajo. Siempre he necesitado un buen campamento base, y todo lo que me ofrece la capital es enriquecedor: cultural, social y empresarialmente. Del mismo modo, muchos de mis mejores amigos no viven aquí y saben que pueden venir. Esta urbe se ha convertido en punto de encuentro para todo mi entorno personal y profesional. Madrid para mí es la mejor ciudad del mundo para vivir.

UNA AMPLIA TRAYECTORIACon su extenso porfolio, si tuviese que elegir un proyecto, ¿con cuál se quedaría, y por qué?

Puede sonar a tópico, pero para mí cada uno es único e irrepetible. En cada ocasión intento siempre dar lo mejor de mí, así que me es muy difícil seleccionar. Aunque tal vez nuestra casa fue un reto enorme donde confluyeron todo tipo de emociones: mi carrera, mi amor a la familia, mi primera paternidad…
Creé un espacio que casi se puede obviar del edificio y del entorno, como una isla dentro de la ciudad. Está, además, lleno de curvas que distribuyen estancias sin cortar, sin enmarcar, que fluyen desde muchos ángulos de visión. El pasillo deja de ser un tubo para transformarse en una experiencia habitable totalmente nueva, y la luz es un elemento esencial. Allí se unieron muchas pasiones, ilusiones y un deseo de excelencia por lo que más amo; sus características lo hicieron único.

¿Un trabajo que nunca olvidará?

Puede decirse que nunca olvidaré los realizados para Casa Decor. Cada uno es un reto diferente. Todos los ingredientes que intervienen convierten a cada edición en un nuevo paradigma comercial, donde usuarios y productos pueden unirse y tener vivencias de marca totalmente innovadoras, sin límites físicos ni creativos.
Busco primero sorprenderme a mí mismo, y luego a los demás. La arquitectura es mi pasión, donde el pensamiento vuela constantemente buscando nuevos horizontes. Supongo que eso es lo que hace mi obra tan diferente y especial. Y Casa Decor es el campo más fértil para todo.
Todas las propuestas experimentales que hemos realizado bajo este paraguas con grandes clientes como Ford, Whirlpool, Alvic, Glenfiddich, ASCER cerámica House, ICEX o Cadillac han sido experiencias muy enriquecedoras y libres.

¿Un proyecto actual?

En estos momentos tengo varios, y todos con perfiles muy diferentes: comerciales, de creación de nuevas marcas en Europa, América y Oriente Próximo; viviendas privadas, restauración y direcciones creativas. Son conceptos muy distintos, con necesidades también diferentes, pero complementarios en mi actividad.
El mes pasado inausguré Starlite en Marbella, llevo la dirección creativa desde hace 6 años. Música, festival de verano, gastronomía, un evento de lujo en toda regla. El reto es diseñar la estructura que lo cobije.
Los flagship stores de marcas como Lladró, Boglioli y Neolith en Londres, Milán, Miami, Los Ángeles, Barcelona, New York, Delhi o Dubái forman parte de lo que tengo entre manos. Así como varias villas de lujo: en Casa de Campo (República Dominicana), una casa familiar en Alella (Barcelona), otra en Pozuelo y otra en Majadahonda.
También estoy desarrollando el diseño de tres nuevas marcas comerciales en el mercado de Dubái y Arabia Saudí: —Salt, Grind, Human Behind— y el restaurante de moda PI. Además, tengo una propuesta para unas oficinas de nuevas tecnologías en @21 Barcelona.
Estoy inmerso en los pabellones feriales de la marca Alvic en Las Vegas y en Colonia, en el de Neolith también en Las Vegas y lanzando proyectos experimentales de arte y arquitectura con Ford.

Creo que el espacio es el nexo común entre arquitectura e interiorismo. Unir o no conceptos es a veces solo un recurso de comunicación en nuestra profesión.

— Héctor Ruiz-Velázquez